Los niños que conviven con una mascota aprenden a ser responsables, a desarrollar empatía, afecto, y a muchos, esa convivencia les mejora la autoestima.
A veces, desafortunadamente, sobre todo en familias problemáticas, los niños pueden aprender que los animales pueden ser maltratados e incluso que la conducta agresiva es aceptable hacia los seres humanos. Algunos niños se identifican con el agresor que puede maltratarlos a ellos y a las mascotas.